jueves, 10 de julio de 2008

Sí.
Tenía que ser la primera palabra.
Siempre es la primera palabra. La primera de muchas,
la primera de muchos hechos.
Como el sí que encontró John Lennon en la exposición de Yoko Ono en la cima de la escalera. El sí de su mujer.
El sí de mis padres en el altar. El de mis abuelos.
El sí de la doctora anunciando su muerte.
Los sí que yo aún no he dado.
Los sí que sirven para decir no.

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