domingo, 27 de mayo de 2012

sueños agitados


Últimamente duermo con hombres de sueños agitados. Ellos no se dan cuenta, pero forcejean con monstruos durante la noche y yo los veo maniobrar contra lo invisible, contra la noche en la que sólo estamos yo y sus recuerdos. Anónimos los unos para los otros. A veces, si la pesadilla dura demasiado o es demasiado violenta les acaricio la oreja para calmarlos y poco a poco van entrando de nuevo en breves tenebras de tranquilidad. Ellos nunca se acuerdan por la mañana o fingen no saber qué soñaban. Miro sin insistir en la verdad o la mentira, según la circunstancia, solamente miro. No digo, últimamente tampoco digo, escucho, tengo mucho más que escuchar que decir. Por la mañana nos borraremos sutilmente del recuerdo consciente de ambos. Tal vez nos encontremos otro día en otra cama en otro sueño agitado.