Me observas en cada rincón de la casa. No sé por qué.
Me sigues del comedor a la cocina; y en la cocina, te esperas conmigo. Observándome. No sé por qué.
No consigo saber por qué me abrazas cuando de repente te levantas de la silla.
Te miro y pienso que la lógica no existe para describir la pregunta. ¿Por qué tiene que haber en esos gestos un por qué?
¿Los enamorados se preguntan por qué?
No. Los enamorados se quieren.
jueves, 10 de julio de 2008
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