En más de una ocasión he querido hablarte de esto.
Explicártelo.
Pero nunca he tenido el valor necesario.
Siempre pensé que no sabría cómo afrontar tus posibles preguntas, tus inevitables miradas, tus funestos sentimientos y justos reproches.
Lo he imaginado una y otra vez, a todas horas, constantemente, mientras.
Mi pensamiento se elevaba y volvía a imaginarnos a los dos:
tu incontenible expresión... y yo, sin nada.
jueves, 10 de julio de 2008
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