viernes, 24 de abril de 2009

Freeze

Recuerdo haberme congelado en el presente. En el silencio tibio de la oficina he mirado mis uñas de pintura desconchada durante varios minutos. ¿Quieres salir a pasear un rato? - Me he preguntado a mi misma como me pregunto las cosas cuando quiero cuidarme, cuando sé que estoy tan rota que necesito darme cariño de forma incondicional. Es algo que he aprendido a hacer en los últimos años, este comportamiento va unido a la única verdad absoluta a la que he conseguido llegar: que yo soy yo y nunca seré otra, que nunca saldré de este cuerpo y que por lo tanto, renunciar no es más que condenarme a una lenta y larga tortura. Esta verdad es tan absoluta que jamás he conseguido rodearla y siempre acaba funcionando para ponerme en marcha; pero la frustración, ahí está, se manifiesta en unas latentes ganas de llorar que se condensan en mi cabeza hasta formar una nube de tormenta que luego me aprieta al levantar o al sentarme, en el cambio de presión, me duele. Y ahí se queda. Solo yo sé porque. Es mi secreto.