Los árboles, un tumulto incestuoso recortado por la niebla, están de luto.
Ha llegado el tiempo en que se los deja morir de hambre y luego se queman sus cadáveres.
Su llanto es ese extraño sonido que se oye por todas partes y nadie escucha. El viento pasando a través de las ramas desnudas, implorando al cielo un poco más de tiempo.
jueves, 10 de julio de 2008
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