martes, 14 de mayo de 2013

Esto no es un resfriado

Estoy enferma de la enfermedad de mi madre. De la enfermedad de mis tías, de la de mis abuelas. Hoy estoy enferma, no. Hoy me doy cuenta de que estoy enferma. Lo he estado siempre, pero como esto es como una alergia, no sale a la superficie, no se manifiesta si no es cerca del agente alérgeno, hasta hoy no me he dado cuenta. Pero estoy enferma. Muy enferma, más de lo que sabía. Se diría que estoy enferma terminal y que la única forma de curarme es cambiar. Qué difícil. Ni una queja más, ni una. A partir de hoy, tolerancia cero con mis fantasmas.

Imágenes que se pegan


Había tanta sangre en la papelera del baño, que la imagen me transportó de pronto y sin remedio a los puntos o cuadrados o rectángulos o lo que coño sean esas formas irregulares de las baldosas de la cocina moviéndose bajo mi mirada, intentando con su baile caótico traerme de nuevo a la tierra. Que feas me parecen esas baldosas, casi tan feas como las compresas llenas de sangre de la papelera del baño ¿Por qué entonces hipnotizan la mente esas imágenes? ¿se regirá por la ley “la violencia engendra violencia”? Tanta mierda en la cabeza necesita canalizarse en imágenes reales, secas, sucias, feas para que cuando las abandones – cuando te alejes del lugar - al menos tengas la impresión de que estás dejando ahí parte de tu mierda.