¿Por qué me empeño en desbaratar las sábanas de esta cama llena de historia, llena de años de otra?
Me parece que veo su alma abandonada y perdida, sobre todo eso, perdido.
Todo ese tiempo que llenar de ausencias, todo ese espacio para llenar de nada. Las fotos que se empeña en colgar como si fueran a suplir el espacio de sus hijos.
Y me veo a mí, llegando a extasiarlo, embobando la dirección de su mirada. No sabe cómo tratarme porque estoy demasiado cerca, demasiado de verdad y sin esperarme. Me meto en su intimidad y sin que él se dé cuenta, ya no estoy ahí para él, estoy allí por él, para ver, para saber. Para teorizar sin tapujos ni contemplaciones. Para saber cómo una cama se hace grande y las almohadas se endurecen. Para ver que lo primero que toca en las mañanas es la computadora o el interruptor del televisor. La nevera vacía, el teléfono va a sonar. La ducha caliente y todo igual, todo inmóvil, desértico, sin nada familiar, con algo necesariamente ajeno.
jueves, 10 de julio de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario