Me quedé sentada en la cama esperando que volvieras.
Sentada en mitad de arrugas blancas, esperando oír la puerta moverse; oír tus pasos acercándose, el fregar de tu ropa.
Cerré los ojos imaginándote entrar y cogerme por la espalda. Apretarme fuerte; dejando que el aire saliera ruidosamente por tu boca cerrada, en un suspiro que decía mi nombre.
Y mientras imaginaba todo esto, en un imperfecto absoluto, tú volabas en otra dirección, cruzabas el cielo sentado en una butaca azul, apoyando tu cabeza en la ventana. Tal vez imaginándome sentada en mitad de arrugas blancas, y tú entrando por la puerta hacia mí, los dos plegando espacio y tiempo, alargando la línea que separa dos puntos que se alejan en direcciones opuestas.
jueves, 10 de julio de 2008
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