viernes, 27 de marzo de 2009

Sangre

Duele, duele y duele todavía más de lo que esperaba. ¿Por qué no puedo tener una existencia tranquila entre nosotros? ¿Por qué me siento tan ajena, tan dolida, tan inservible para ellos y para mí? Soy una tarada emocional. Una ta-ra-da. No puedo explicarlo de otra manera. ¿Qué es esto que me impide estar cómoda, ser entre los míos lo que soy entre los demás? No es posible que la familia con el tiempo se resuma a esto, a la supervivencia, al espacio artificial de la tolerancia. Tengo una sanguijuela en el corazón que me está chupando el sentido y me tiene atrapada, su hambre es la que me impide hablar y preguntar, la que me altera cuando no hay motivo y ofusca mi capacidad de comprensión. ¿Quién o qué o cuándo es esta sanguijuela? ¿Cuál es su nombre? ¿Qué escondo?

jueves, 26 de marzo de 2009

Me duele la cabeza


El despertador no me sonó pero yo me levanté porque el dolor recorría mi cabeza y bajaba hasta el inicio de mis hombros. No comprendía nada. Me levanté algo atontada y me di cuenta de que mis mandíbulas se habían encajado la una con la otra, mi protección se había pegado a mis dientes como un plástico que se quema sobre una superficie rugosa. La despegué y me puse a hacerme de comer pensando que eso ayudaría a que mi cuerpo despertara y el dolor se fuera. Pero a medida que comía sentí que la cabeza me traicionaba, luego me di cuenta que no podía enfocar la vista, primero miré el cielo extraño del día de hoy, una nube recta de color cenizo sobre un cielo claro, casi sin color. Los bordes se difuminaban tal vez sea la lejanía, encendí el ordenador y busqué El País, no, no era la lejanía, era mi vista, no sabía porque pero no podía enfocar. Comprendí entonces lo que estaba sucediendo: la visita de una migraña. Hacía tiempo que no me pasaba, recuerdo perfectamente la vez anterior, es difícil olvidarlas. Supe otra vez que el Chamán tenía razón, cuando mi corazón explota mi cabeza duele y no puedo ver. Corrí hacia mi pequeño neceser-botiquín y busqué desesperadamente algo que pudiera abortarla antes de que se adueñara de mi. No tenía mucho, pero la combinación de un aspirina e ibuprofeno no podía ser mala. Así que tomé el cóctel y me tumbé en la cama, me tapé con el edredón esperando que eso aliviara mis ganas de oscuridad e intenté de olvidarme de los gritos de los niños de la escuela que hay al lado de casa de mi amiga Sofía. Traté de dormir durante una hora y lo conseguí solo al final, unos 30 minutos seguramente. Me volví a levantar agradeciéndole a la vida que nos diera segundas oportunidades y pensando que yo ya estaba harta de que me pasarán por encima, esta vez voy a agarrarme a la oportunidad y no dejarla escapar nunca más, cueste lo que cueste.

lunes, 23 de marzo de 2009

Apos tata

Voy a apostatarme (o apostasiarme?) No sé muy bien todavía como funciona este verbo, soy nueva en ello. He escrito una carta al Obispo de Vic, he fotocopiado mi documento de identidad y por último, el próximo domingo tendré que ir a un pequeño pueblo cerca de donde viven mis padres a buscar mi partida de bautismo. Con todo ello entre un clip podré esperar la respuesta de mi (mi?) Obispo para ver si puedo abandonar la fe que abandoné hace mucho y quitarme de las listas católicas. Siempre había pensado en como podría revertir el hecho de ser Católica Apostólica Romana, pensé que era imposible y que se vive con ello como con los tatuajes que una se hace cuando tiene 14 años. Pero resulta que no, que hay una manera. La iglesia no proporciona esta crucial información en el montón de páginas web que tiene, una puede informarse si quiere de los horarios de las misas, de las nuevas ediciones de la Biblia o incluso leer las cartas que los pastores dejan en esa web, sí ellos también tienen derecho a un blog ¿O creías que no? Pero sobre la apostasía no hay una sola palabra. Otros ateos más reaccionarios que yo encontraron la manera y ahora yo me sumo a la moda. Esto de apostatarse tiene solo una cosa de emocionante, que esta mañana me obligó a llamar al Párroco de mi comarca y que el próximo domingo me veré obligada a recorrer unos cuantos kilómetros para recuperar de su mano mi partida de bautismo. Cuando hablé con Monseñor, un agradable ancianito cuyo número de móvil empezaba con 666, tengo que decir que me provocó risa dicha coincidencia, me dijo que él podría hacer una copia de mi partida y entregármela con mucho gusto, cabe remarcar que todavía no le he dicho porque la quiero y espero no tener que desvelar el motivo. Eso sí, tendría que ir hasta el pequeño pueblo donde él reside a buscarla, tendrá que ser el domingo a partir de las 5 de la tarde, en su casa delante de la iglesia. Monseñor da por sentado que tengo coche, que tengo dinero para la gasolina y que además, me corresponde a mi todo el trabajo que ocasiona irla a buscar. De métodos modernizados ni se me ocurrió preguntar. Así que el domingo tengo una cita con Monseñor Felipe, no puedo negar que me emociona. Ver la cara de un ancianito que ha dedicado su vida a una fe y al que ahora le toca vivir en un tiempo en que los “jóvenes” como yo le consideramos una figura exótica. Espero que al menos cumpla mis expectativas.