sábado, 27 de diciembre de 2008

soy adicta a los 3 primeros meses


A veces pienso que soy adicta a los primeros 3 meses. Después de esa barrera temporal todo se desvanece. Lo que parecía ser un futuro prometedor se suele convertir en un presente ilusorio y poco atractivo, las virtudes que tanto me hacían vibrar se vuelven escandalosos detalles idiosincrásicos que me erizan los nervios. Y siempre es así. Pocas veces mi amor supera esa barrera. Debo ser una especie de amante a corto plazo. Últimamente la madurez me ha traído un poco más de persistencia y tolerancia, así que puedo alargar mis relaciones unos 2 meses más con la elegancia de quien está de vacaciones y no puede regresar a su trabajo porque ha perdido el vuelo. Suena horrible, lo sé. Pero no solo para ellos, para mi también. Tal vez más. Ellos no se cansan de tropezar siempre con la misma piedra. En cambio yo parezco ejemplificar en mi misma el dicho “el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra.” Porque no creáis que en cada nueva relación no pienso que realmente ese amor es verdadero, y casi siempre lo es, pero también pienso que es duradero, y aunque lo crea como la más fanática beata, resulta no serlo. Así que imaginaros que frustrante ha de ser estar en mi situación. Es como si estuviera continuamente viendo espejismos de oasis en un desierto. Corro hacia ellos, estoy a punto de tocarlos y pum! se desvanecen. Paso un pequeño (para que vamos a engañarnos) período de duelo y como el hombre vive de esperanza, al poco tiempo ahí estoy de nuevo: enamorada del amor.