Hay un gato
maullando desde hace varios días. No sé exactamente donde, su sonido me llega
desde la calle bajo todos los ruidos habituales. A pesar de estar oculto -
estoy segura de que nadie lo ve, nadie lo cuida, de que está sólo en un lugar
del que nadie se percata - me llega todo el sentir de sus maullidos. Es como un
cantante flamenco pero sin el abrazo del arte que hace que los errores de la existencia
se puedan mirar de frente. A este gato no se le podría mirar de frente sin
tener el instinto irreprimible de abrazarlo y consolarlo. Morirá. ¿Alguien más lo estará escuchando? O ¿Seré yo sola la interlocutora muda
de su desgracia?
miércoles, 13 de junio de 2012
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