viernes, 17 de junio de 2011
Mi oreja
No quiero olvidar jamás esa isla donde en una hora pasé semanas. Los granos de arena pegados a mi piel, las lágrimas estancadas en mis orejas, ese dolor que sale sin resistencia en sordos gritos. Estuve tanto tiempo sin oír y sin hablar, que ahora lo más preciado que tengo es esa oreja pegada al pecho para escuchar mi soledad.
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