lunes, 23 de marzo de 2009
Apos tata
Voy a apostatarme (o apostasiarme?) No sé muy bien todavía como funciona este verbo, soy nueva en ello. He escrito una carta al Obispo de Vic, he fotocopiado mi documento de identidad y por último, el próximo domingo tendré que ir a un pequeño pueblo cerca de donde viven mis padres a buscar mi partida de bautismo. Con todo ello entre un clip podré esperar la respuesta de mi (mi?) Obispo para ver si puedo abandonar la fe que abandoné hace mucho y quitarme de las listas católicas. Siempre había pensado en como podría revertir el hecho de ser Católica Apostólica Romana, pensé que era imposible y que se vive con ello como con los tatuajes que una se hace cuando tiene 14 años. Pero resulta que no, que hay una manera. La iglesia no proporciona esta crucial información en el montón de páginas web que tiene, una puede informarse si quiere de los horarios de las misas, de las nuevas ediciones de la Biblia o incluso leer las cartas que los pastores dejan en esa web, sí ellos también tienen derecho a un blog ¿O creías que no? Pero sobre la apostasía no hay una sola palabra. Otros ateos más reaccionarios que yo encontraron la manera y ahora yo me sumo a la moda. Esto de apostatarse tiene solo una cosa de emocionante, que esta mañana me obligó a llamar al Párroco de mi comarca y que el próximo domingo me veré obligada a recorrer unos cuantos kilómetros para recuperar de su mano mi partida de bautismo. Cuando hablé con Monseñor, un agradable ancianito cuyo número de móvil empezaba con 666, tengo que decir que me provocó risa dicha coincidencia, me dijo que él podría hacer una copia de mi partida y entregármela con mucho gusto, cabe remarcar que todavía no le he dicho porque la quiero y espero no tener que desvelar el motivo. Eso sí, tendría que ir hasta el pequeño pueblo donde él reside a buscarla, tendrá que ser el domingo a partir de las 5 de la tarde, en su casa delante de la iglesia. Monseñor da por sentado que tengo coche, que tengo dinero para la gasolina y que además, me corresponde a mi todo el trabajo que ocasiona irla a buscar. De métodos modernizados ni se me ocurrió preguntar. Así que el domingo tengo una cita con Monseñor Felipe, no puedo negar que me emociona. Ver la cara de un ancianito que ha dedicado su vida a una fe y al que ahora le toca vivir en un tiempo en que los “jóvenes” como yo le consideramos una figura exótica. Espero que al menos cumpla mis expectativas.
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