domingo, 25 de marzo de 2012
deaf-iniciones
Soledad; cuartos a oscuras mientras atardecía. Calles en noches de verano entre otros chiquillos hijos de obreros que no tienen nada que contar u oír en sus casas. Espacio; el que un niño – niño como lo pronunciaban entonces las generaciones de nuestros padres- se merecía. Y ni siquiera con –a, porque yo encima, soy niña.
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