martes, 14 de julio de 2009

sabios momentáneos

Es en la muerte cuando uno más da. Quiero decir que es cuando alguien que amamos se nos muere cuando más concesiones le damos a esa persona. Si ocultabas el apellido de tu padre tras una inicial, será en el día de su entierro en que cambiarás eso y le darás aquella satisfacción que tanto anhelaba, se la darás a cambio de nada. Por eso digo que la muerte de los seres amados nos convierte en dadivosos por un corto período de tiempo. Damos a cambio de nada, concedemos cosas íntimas y secretas siempre en actos invisibles. Somos de verdad personas que pueden dar. Un extraño valor interior nos convierte en otros, en nuestros mejores yos, y nos hace sabios. El contacto cercano con la muerte también nos hace sabios, sabemos más de la vida, sabemos más de lo que jamás alcanzará a saber el que se ha ido y lo notamos, esa sensación de permanencia contemplando la partida nos llena de perspectiva, y entonces nos damos cuenta que dar solo puede ser un acto aislado, dar solo es dar cuando no se obtiene nada a cambio. Nos erigimos en actos desconocidos y damos, ese dar, es nuestro monumento póstumo a la persona amada.

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