miércoles, 11 de febrero de 2009

Tormenta eléctrica

Aquí estoy yo, vestida de plata y oro, engalanada hasta arriba, plantada delante de ti como una farola con sobrecarga que chispea y gime. Como una farola que hoy quisiera ser bengala de auxilio en el mar, así resaltaría en mitad del vacío oscuro y podrías y deberías verme. ¡Cómo me aprieta este vestido! Y de ti solo siento ese repudio incomprensible, igual que entonces con Kilian, las cosas cambian de la noche a la mañana, sin previo aviso. Después de eso, sé más. Después de ese profundo dolor si esta vez llego al Sí, no me desmayaré. Tal vez en el ahora, en el repudio incomprensible pueda irme. ¿Se diluirán los días en los años, en el tiempo?

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